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Balthezor NothReally

Balthezor NothReally
Bardo Itinerante

miércoles, 12 de mayo de 2010

El Sheriff: Política y Control Social

Es de conocimiento colectivo que los efectos que tienen los medios en general y especialmente la televisión en la sociedad pues son, para bien o para mal, bastante profundos y a través de ellos se instauran nuestros hábitos de consumo, actitudes, he incluso nuestra base intelectual para debatir o enfrentar ciertos temas de relevancia.
Sin embargo, poco se investigó de este tema en los primeros años de la televisión, nuestros abuelos asiduos consumidores del género western aún no contaban con instancias de debate que les permitiesen darse cuenta de la simbología con la que fueron formados y a través de las cuales percibieron el mundo y construyeron una generación completa.
Desde pequeño, heredé de mi abuelo la pasión por los vaqueros, las aventuras de un puñado de tipos rudos impartiendo justicia por sus propias manos, alejando a los prepotentes villanos de la pobre gente indefensa del pueblo marcó de alguna forma mi maleable infancia, evolucionando más adelante a mi pasión por la lectura y los formatos audiovisuales que hacían hincapié en la figura heroica.
No fue hasta hace algunos días, gracias a un señor de nombre Robert McKee, pude darme cuenta que a diferencia de otros géneros heroicos, el western no es más que una herramienta cuidadosamente desarrollada a principios de los años treinta para un control social necesario en Estados Unidos y que irremediablemente tuvo su impacto social en nuestro país (notoriamente influenciado desde siempre por la cultura norteamericana).
Muchos se estarán riendo a estas alturas, probablemente pensando en lo disparatado que suena utilizar un género dramático tan inocente para triquiñúelas tan elaboradas que a su vez pudiesen representar un medio de contro social tan global. Sin embargo, los símbolos utilizados en este género no pueden ser pasados por alto si analizamos cuando menos superficialmente lo que implica la realización de una película clásica de Western.
Tenemos en primera instancia al pueblo en desgracia, generalmente identificamos a éste como una comunidad de personas que son incapaces de defenderse del villano de turno. Normalmente aisladas en parajes inhóspitos donde sus voces y lamentos no son escuchados por nadie más qeu ellos mismos.
Con frecuencia los "aldeanos" se estereotipan como mujeres, ancianos y niños que poco pueden hacer frente a la banda de maleantes de turno quienes a través de la intimidación y la manipulación coercitiva hacen de las suyas como amos y señores del poblado al fin del mundo.
¿Donde estan los jóvenes idealistas y agresivos del pueblo?, ese es el primer detalle que salta a la vista, no existe fuerza rebelde ni posibilidades en la comunidad de contrarrestar o pensar siquiera en nuevas estrategias para resolver los problemas que le aquejan. Éste es el primer rasgo fascista, el dar la impresión de que "nada podemos hacer solos, somos frágiles, necesitamos alguien que nos ayude o guíe". Si analizamos con más detalle los personajes "jóvenes", generalmente los observamos como secuaces del bandido.
Así llegamos al antagonista o villano de turno... Normalmente una persona entre los 35 y 40 y tantos años, quien ha elejido conseguir lo que quiere de forma fácil, armado de unas pistolas y un par de hombres (como si nadie en esa epoca pudiese armarse).
Generalmente percibimos a este villano como un hombre de pocas palabras, un forastero con el único propósito de sembrar el terror, una amenaza que se encuentra separado de la sociedad; de él no conocemos su cuartel secreto ni su origen, solo observamos a alguien que viste de forma oscura y normalmente no tiene diálogo más allá de sus intimidaciones. Jamás se nos ofrece dato alguno de él, de su personalidad, sus motivaciones o sus intenciones más allá de la avaricia, el control total o el simple gusto por aterrorizar a las masas. Alienar a quien se comporta de forma diferente es un rasgo muy propio del fascismo, se identifca al extranjero como posiblemente nocivo y se actúa de manera de marginarlo de la sociedad junto a quienes piensen similar atribuyéndole todo lo malo que sucede en el pacífico villorrio.
Pero todo lo analizado se manifiesta como un pálido argumento si observamos al protagonista, un extranjero también, pero un forastero con un discurso muy diferente. Apesta a perfección, casi irreal, brinda a los habitantes la sensación de que se preocupa por el pueblo cuando como espectadores sabemos que lo único qeu busca es meterse entre las piernas de cuanta cabaretera se le cruce (o la hija perfecta del ganadero en su defecto), llega de forma rimbombante, buscando la aprobación de la gente sólo para qeu ésta le conceda el poder qeu necesita para alejar al mal de su pueblo.
La estrella simboliza esto, la confianza del pueblo a una figura que promete a través de la imagen una situación de bienestar tan perfecto como él mismo. El pueblo puede estar sumido en la miseria, sentirse desesperado y hambriento, tener muchísimos problemas con todo tipo de aflicciones económicas y sociales pero el show que significa alejar al "malvado" del pueblo le otorga la autoridad suficiente para doblar e incluso quebrar las leyes de comunión establecidas por la gente. Se le entrega como una ofrenda de sumisión la autoridad...
Es así como se forjaron los pensamientos de nuestros abuelos, en tiempos de crisis donde la caja tonta les ofrecía una manera sencilla de menospreciar a sus hermanos indios, trivializando el saqueo de sus tierras y ofreciéndole al pueblo esperanza en imágenes efectistas de un ser superior; Un ser etéreo, enviado por los dioses a liberar a la pobre gente de los malvados que afectan el equilibrio de la apacible villa (sean éstos indios, judíos o comunistas). Analicen el placer que les provoca el western a las antiguas generaciones y verán porque las revoluciones han caído, ¿para qué luchar por la libertad, la justicia y el entendimiento si mañana llegará el elejido, el político perfecto, el profeta que nos alejará de la miseria por siempre?
El pueblo necesita circo, nos acomodaron de esta manera, la sonrisa perfecta del héroe del oeste me huele ahora a mentiras; la invalidación de la sociedad como grupo humano, capaz de tomar desiciones se ve ridiculizada, disminuída a un grupo de ovejas que esperan aquel día donde en un duelo al atardecer el mal sucumbirá con el ruido del trueno.
Tras bastidores sin embargo, el héroe habrá preñado a todas las doncellas del pueblo, habrá gastado cuantos recursos hay en las arcas de los insulzos en cosas triviales como estadía, nuevos ropajes y prostitutas y sólo entonces, mientras se aleja en el horizonte con una sonrisa, ideará la forma en que engañará al siguiente grupo de incautos descerebrados.
Sin lugar a dudas, el perfecto fascista...